1 de octubre de 2011


Caía y caía y caía sin poder detenerme. Sabía que era un sueño, pero uno muy real, porque eso era lo que le estaba ocurriendo a mi corazón. No me impresionaba la oscuridad, porque yo ya estaba completamente apagada. No me impresionaba la profundidad, porque yo ya estaba hundida. Era mi alma gritando por recuperar lo que le pertenecía; solo un poco de luz.
La luz que alguna vez me había iluminado, que me había guiado dentro del camino de la alegría y la vida. La luz que me enseñó que nada es imposible, que la vida está para vivirla… la luz que en algún momento se despidió de mí, para no volver nunca más. Aquella luz, ya casi olvidada por mi corazón, pero no por mi alma, ahora negra y oculta tras la niebla del adiós.
Nadie me daba esa luz, era yo misma quien la dejaba brillar. Era yo quien le daba energía, y yo la dejé morir en mi interior. Era feliz, era eternamente feliz con mi simple vida, con lo poco que tenía, hasta que dejé de lado mis emociones, dejé de sentir. Mi corazón yace congelado en su fría caja de cristal, sin esperanzas de revivir.

2 comentarios:

  1. Guau...Me dejaste sin palabras, solo puedo decir que me encanto y estoy segura de que es poco. Por que en cada palabra que leía me sentía totalmente identificada, como si me estuvieran desnudando de apoco. Es hermoso, enserio. Me siento exactamente igual y usaste las palabras para que me choquen de esta manera y bueno escriba el comentario.
    Creo que muchas personas pasan por etapas en que se apagan o se pierden a ellas mismas, y eso en un punto puede llegar a ser inspirador. Pero no saca que sea detestable, y angustiante.
    Otra cosa, muchas gracias por seguirme y comentar mi blog :)

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  2. hai, muchas gracias
    los comentarios qe as dejado como qe me inspiran de cierta manera :3
    besos'

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